Cuando empecé en el mundo de los blog me quede maravillada, todo lo que podíamos hacer y decir de nosotros mismo sin ser un diario abierto.
Mi primer blog es de cocina, esto y la lectura son mis dos grandes pasiones, entenderéis esto si os lo explico así:

Los momentos buenos, malos, frustraciones, miedos, bajones de moral, pequeñas depresiones, etc., siempre lo he superado en la cocina, es mi mundo, cuando entro dentro de esta habitación, todo se pasa, todo se olvida, soy yo encerrada en mi misma, me aislo de todo y de todos, no es lo mismo la cocina diaria, aunque siempre la hago con el mismo cariño y la misma dedicacion, cuando llegan a casa los mios, y me ven inmersa en ollas, tarros de conserva, olor a pan a bizcocho me dejan, soy intocable.
La lectura, ocupa mis noches, yo creo que me he echo insomne por eso, al día le podemos robar algún rato para leer, pero yo soy una lectora compulsiva, cuando empiezo un libro no puedo parar, pero eso si soy muy disciplinada, por el día pocos ratitos, me gustan tanto los libros que guardo desde el primero al ultimo de los libros escolares de mis hijos, soy incapaz de tirarlos o darlos, a veces compro libros no por su calidad, si no por su cantidad, si cantidad de hojas.Por eso desde que empecé con el blog de cocina me rondaba hacer uno para poder publicar todos los que he leído, que son muuuuchos.

El momento ha llegado de la forma mas inesperada, al ganar un libro de canal cocina con una receta mía, se han juntado mis dos pasiones.

El libro que he ganado Mil días en Venecia, de Marlena de Blasifirmadohttp://www.canalcocina.es/concursos/ganadores/recetas-con-amor

Tambien tengo otro lector compulsivo como yo. mi hijo Guillermo, bueno creo que el es peor, tambien os pondre todos sus libros que como no, yo tambien he leido.Ahora poco a poco os ire haciendo una lista de los libros que he leido .

martes, 23 de marzo de 2010

La mano negra


Lucas Hyde es camionero. Sophie Cohen, su compañera de ruta, también. Un día, cuando regresan a Los Angeles después de librar un cargamento en Jacksonville, la emisora de radio les transmite una angustiosa llamada de socorro.


Melville Benoit, al volante de un espectacular Camaro, afirma ser víctima de una maldición que le condena a no detenerse si no quiere morir. Melville pide una proeza: que alguien esté dispuesto a repostar su camión en marcha.


Lucas y Sophie están acostumbrados a los lunáticos y a los solitarios, a los apostadores y a los dopados que viven en la carretera, y éste les parece un charlatán que combate la soledad cotorreando con todo bicho viviente que se encuentre frente a un volante en doscientos kilómetros a la redonda.


Su primer error consiste en seguirle la corriente, pues, aunque no cabe duda de que está loco, el terror de la voz de este hombre parece real y ambos acaban conmovidos.


El segundo error consiste en querer hacer algo por él, aunque sea para tranquilizarle. Ninguno de los dos está preparado para este extraño encuentro con un camión que parece ciertamente poseído.


Lucas hubiera jurado que las maldiciones no existen.

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